martes, 26 de mayo de 2015

HUELLAS DE BATALLAS PERDIDAS



He leído un artículo en el que se destacan El cabo de Trafalgar, la isla de Trocadero y el río Guadalete, como espacios naturales de alto valor en la provincia de Cádiz, ya que fueron escenarios de tres contiendas que marcaron a fuego la historia de España.

Batalla de Trocaredo

Hoy, casi dos siglos después de la Batalla de Trocaredo, la isla que da nombre a esta contienda, en Puerto Real (Cádiz), es una marisma de alto valor ecológico. Un caladero natural de crustáceos y moluscos y un lugar perfecto para la cría de flamencos o garzas. Nada recuerda ya las batallas allí vividas, ni tan siquiera el Fuerte de San Luis, parte de las defensas de la Bahía de Cádiz, del que hoy solo quedan ruinas.

Batalla de Trafalgar

Por otro lado, tenemos la Batalla de Trafalgar, el enfrentamiento de Francia y España contra la armada británica al mando del vicealmirante Nelson, quien finalmente obtuvo la victoria. Una columna con la estatua de Horatio Nelson preside hoy Trafalgar Square, zona de visita obligada para todo aquel que se encuentre en Londres y antesala de citas imprescindibles como la National Gallery. 


Cabo de Trafalgar

Hoy Cabo Trafalgar es uno de los territorios gaditanos más apreciados por los amantes de la naturaleza, la playa y el senderismo. No faltan en la zona lugareños y pescadores que recuerdan a quien quiera escucharles la batalla allí vivida, la muerte de cientos de personas y la presencia todavía hoy de decenas de barcos hundidos que yacen bajo las aguas en las que se bañan los turistas. La autora del artículo nos dice que sin rencor y sin dolor se recuerda un episodio de nuestra historia que marcó una época y que hoy recogen los libros de texto españoles y británicos. No solo hay una Trafalgar Square. En Bridgetown, Barbados, la actual plaza de los Héroes Nacionales se llamó hasta 1999 Trafalgar Square y existe otra más en Barre, Massachusetts.

Trafalgar Square en Londres


La Batalla de Guadalete es la que de verdad nos importa hoy. Porque gracias a esta contienda se va a gestar lo que será al-Andalus. Porque hoy hay un presente en este lugar, en este río siguen pasando cosas, la historia continúa. No es solo un acontecimiento en el libro de historia. Pero primero tenemos que ponernos en contexto. Saber cómo y por qué empezó todo.

La batalla de Guadalete, cuadro del pintor Martínez Cubells (1845-1914)

El sistema político visigodo del reino de Toledo estaba gravemente enfermo. Cuando moría un rey, se volvía a elegir otro, que no tenía por qué estar necesariamente emparentado con el difunto. Ello suponía frecuentes rebeliones, insurrecciones y todo tipo de conspiraciones que fácilmente podían acabar en asesinato: el objetivo era obtener el poder. La rivalidad entre facciones era constante y las guerras civiles podían estallar muy fácilmente entre aquellos que aspiraban al trono.

Para asegurar cierta continuidad dinástica y dar estabilidad al reino, los reyes visigodos solían asociar al trono, durante su vida y para gobernar conjuntamente, a quien consideraban que había de ser su sucesor; generalmente un hijo, o hermano más joven. Pero ello no aseguraba que, a su muerte, el protegido fuese el sucesor aceptado por el conjunto de nobles.

Cuando el catolicismo paso a ser religión oficial, la Iglesia trató de contribuir a la estabilidad política, sobre todo a partir del IV Concilio de Toledo (año 633) al establecer que el rey también debía ser elegido por los obispos, que el poder real era de naturaleza divina y que por tanto, no jurar fidelidad al rey electo constituía un pecado de sacrilegio castigado con la excomunión. Pero a pesar de los esfuerzos de la Iglesia, los nobles se encargaban de recordar en todo momento que eran ellos los que decidían, al final, quien era el rey.

La decadencia final se abrió con el reinado de Wamba (año 672). La Iglesia quería su coronación, pero no pudo consolidar su poder. Los nobles actuaban frecuentemente como reyezuelos independientes. Así, el poder se fraccionó de forma progresiva e irremediable. El previsible desastre se agudizó con una larga etapa de malas cosechas, peste y hambrunas. La importante crisis económica se plasmó en una disminución de la moneda circulante y en una contracción del comercio.
Cuando Witiza murió (año 709), la sucesión enfrentó a dos grupos de nobles, los partidarios de su hijo, Ágila y los partidarios de Rodrigo. Las fuentes del proceso de ascensión de Rodrigo son confusas.

En el año 710 Musa envía a Tarik con 500 hombres y cuatro barcos a hacer una incursión en la costa andaluza y comprobar las defensas locales. Desembarcó Tarik en lo que posteriormente se llamaría Tarifa y saqueó buena parte de la zona, regresando a África con buenas noticias para Musa.
Rodrigo llegó a Córdoba y convocó urgentemente a todo su ejército. A la llamada también acudieron los hijos de Witiza que finalmente traicionaron a Rodrigo pactando con los árabes a cambio de conservar sus derechos al trono y sus propiedades.
Dado que las crónicas de la época no son más que textos propagandísticos, es imposible saber exactamente como transcurrió la batalla, aunque recopilando materiales, podemos hacernos una idea bastante aproximada. Los árabes probablemente no contaban con mas de 15000 hombres mientras que las tropas godas quizá alcanzaban el doble. De todos modos las fuerzas de Rodrigo quedaron en inferioridad numérica ante los árabes y además, desmoralizados por la deserción de sus compañeros traidores.
El grueso de las tropas de Rodrigo pronto quedó cercado y acosado por la táctica envolvente del enemigo: una lluvia de flechas descabalgó a los pocos caballeros que aún quedaban con Rodrigo, mientras la infantería musulmana cargaba entre gritos y alabanzas a Ala.

La batalla se había desarrollado sobre el cauce del río Guadalete, muy cerca de Arcos de la Frontera. Del rey Rodrigo nada más se supo. Lo más probable es que muriera en la batalla, pues en el cauce del río se encontró el cadáver de su caballo. Otras fuentes más dudosas dicen que escapó y que fue el quien destacó en la valerosa defensa de Mérida. Fuentes árabes dicen, cosa harto improbable, que fue Tarik en persona quien mató con su lanza a Rodrigo, y se advierte que envió la cabeza del rey visigodo a Musa.

A partir de entonces, la conquista islámica se ejecutó con grandes facilidades dada la descomposición política y social en la que se encontraba sumido el reino visigodo.
La trascendencia histórica de esta batalla es innegable. Junto a la romanización, la invasión árabe fue el hecho histórico que más ha condicionado la Historia de España, pues tras la Batalla de Guadalete se iniciaron casi ocho siglos de presencia islámica en España, con la importantísima aportación de su cultura en los distintos ámbitos.

La periodista que escribe el artículo en el que me baso nos recuerda que a los vencedores les gusta que sus hazañas sean recordadas por la humanidad. También en los países musulmanes se nos muestran calles, plazas y cafés con el nombre de aquel general que nos sometió hace ya más de mil años para fundar Al Andalus.
El café Tarik Ibn Ziyad de Rabat, en Marruecos, es uno de los locales más recomendados para tomar un buen té y leer el periódico. En Marruecos, como en muchos otros países de origen musulmán, hay más cafés que se llaman Tarik. También hay calles y plazas con el mismo nombre. Se podría organizar una ruta para conocer todos esos sitios.

Hoy, las aguas del río Guadalete bajan tranquilas junto a la vía verde de la sierra de Cádiz, un lugar maravilloso para hacer rutas en bici o senderismo durante el fin de semana. Pero en algún punto de su cauce, entre su nacimiento en la sierra de Grazalema y su desembocadura en El Puerto de Santa María, las tropas del general Tarik nos infringieron la que probablemente ha sido la mayor derrota militar que los nativos de este país hemos sufrido jamás.

Río Guadalete

Una curiosidad del presente que atañe al pasado del río es que hasta ahora se creía que la desembocadura de este río era natural, dibujada por la orografía del territorio a lo largo de los siglos. Pero recientemente investigadores de diversas instituciones andaluzas han coincidido al señalar que se abrió de forma artificial hacia el año 19 a.C. ¿El responsable? Lucio Cornelio Balbo el Menor, un acaudalado militar de la Hispania Ulterior que afrontó una obra magna para crear el llamado Portus Gaditanus, abriendo un canal que uniría la bahía de Cádiz con el río Guadalete para favorecer con un puerto nuevo las exportaciones con más embarcaciones comerciales. El artículo de National Geographic en el que descubrí esto señala al historiador Enrique Pérez Fernández y al técnico del ayuntamiento de El Puerto de Santa María, Juan José López Amador, como los que hicieron esta importantísima deducción tras consultar documentos antiguos. Pero para asegurarse de que su hipótesis era cierta, contactaron con investigadores de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad de Cádiz y del Centro de Arqueología Subacuática del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, quienes también habían llegado a la misma conclusión durante un estudio geomorfológico de la bahía.

Desembocadura del Guadalete

Así pues, la actual desembocadura del Guadalete fue fruto de una gran obra romana realizada a pico y pala. Aunque hoy, transcurridos más 2.000 años, parezca una salida al mar completamente natural.

Tres contiendas, tres zonas turísticas, tres espacios naturales de Cádiz. Hay algo más que une a estas tres localizaciones: todas continúan hoy prácticamente tal y como se encontraban en el siglo XIX, cuando fueron escenario involuntario de los combates. Las tres han resistido a las garras de la construcción y al envite de la especulación urbanística. Hoy son de los pocos espacios prácticamente vírgenes que quedan en Andalucía. Como si con esa virginidad quisieran mantener imborrables las huellas de las batallas allí libradas y las vidas allí perdidas.
Si con algo me he quedado de este artículo de Miriam Lorenzo es con el final. “Franceses, británicos y musulmanes presumen desde hace siglos de sus victorias y tratan de inmortalizarlas en sus plazas, calles o cafés. Pero los originales los tenemos aquí, en Cádiz. Esos ni ellos ni nadie nos los puede quitar”. Es una bonita forma de asumir el pasado y de ver el presente.


Fuentes

Libros 
Losada, Juan Carlos Batallas decisivas de la historia de España. Santillana Ediciones Generales, Madrid 2004.

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